#LoVisteEn5toPoder

Advertisement

A un año de la caída de El Mayo: la traición que desató la guerra interna en el Cártel de Sinaloa

Sinaloa | Sinaloa | El 25 de julio de 2024 marcó un parteaguas en la historia del narcotráfico en México. Ese día, en una operación sorpresa ejecutada en El Paso, Texas, fue detenido Ismael “El Mayo” Zambada, el legendario capo que durante más de cuatro décadas logró mantenerse en la sombra, sin pisar una sola celda. Hoy, a un año de su captura, Sinaloa sigue viviendo las consecuencias.

Su caída no sólo fue histórica por la figura que representaba —uno de los últimos grandes capos de la vieja escuela—, sino por lo que vino después: una traición interna, la ruptura de viejas alianzas, y el estallido de una guerra sangrienta entre las facciones que integraban el poderoso Cártel de Sinaloa.

Julio 2024: La caída silenciosa

Pocos supieron en el momento exacto que El Mayo había sido capturado. El operativo fue quirúrgico, sin disparos ni espectáculo mediático. Lo habían cazado tras años de inteligencia, pero según fuentes federales, la ubicación fue entregada por un integrante de su propia organización: Joaquín Guzmán López, alias “El Güero”, hijo de El Chapo.

Se presume que dicha entrega fue parte de una negociación con autoridades estadounidenses para frenar su propia extradición. La información fue confirmada semanas después por medios internacionales y reforzada por declaraciones de abogados y agentes retirados.

Agosto 2024: El silencio antes de la tormenta

Aunque la noticia no fue confirmada oficialmente hasta días después, los movimientos dentro del Cártel de Sinaloa ya se notaban: cambios de jefes de plaza, mensajes cifrados en redes, y una tensión creciente en la zona serrana. Para finales de agosto, los pactos que por años habían sostenido una frágil paz interna comenzaron a fracturarse.

Septiembre 2024: Estalla la guerra

Fue en septiembre cuando el fuego cruzado se volvió imposible de ocultar. Grupos armados comenzaron a enfrentarse en Choix, San José de Gracia, El Fuerte, Ahome y la sierra de Sinaloa de Leyva, en una guerra sin nombre pero con consecuencias visibles: decenas de muertos, desplazamientos, comunidades sitiadas y un repunte de desapariciones forzadas.

Las cifras comenzaron a escalar. En solo 10 meses, se contabilizaron más de 1,700 homicidios violentos y más de 1,200 desapariciones en los municipios del norte sinaloense, donde históricamente operaban células afines a El Mayo.

Noviembre 2024: Viejas alianzas rotas, nuevas traiciones

Con El Mayo fuera del tablero, Los Chapitos tomaron ventaja, no solo apoderándose de zonas clave, sino consolidando una alianza de conveniencia con células del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Este pacto, impensable años atrás, se construyó con un solo fin: exterminar a los remanentes de la llamada “Mayiza”.

En respuesta, operadores leales a El Mayo —como El Ruso, Crispín Salazar, El Yiyo Valenzuela y El Yuko— cerraron filas con el grupo de Fausto Isidro Meza Flores, “El Chapito Isidro”, antiguo rival, hoy convertido en aliado por estrategia y supervivencia.

Diciembre 2024 a julio 2025: el infierno en la sierra

Durante los primeros siete meses de 2025, la violencia escaló a niveles que no se veían desde los tiempos más crudos de la guerra contra el narco. Comunidades enteras han sido desplazadas en Choix, Badiraguato, La Reforma, Las Tatemas, Yecorato, Guasave y Batamote.

Caravanas de vehículos blindados artesanalmente —los llamados monstruos—, balaceras prolongadas, desapariciones sistemáticas y hasta el cierre de escuelas primarias en zonas de fuego cruzado, se han vuelto escenas comunes.

Una guerra sin final a la vista

A un año de la detención de El Mayo Zambada, el Cártel de Sinaloa se encuentra fragmentado, con heridas abiertas y liderazgos desafiados. Aunque la facción de Los Chapitos domina buena parte del corredor comercial y urbano, la resistencia de la Mayiza y sus aliados en la sierra y el centro-norte del estado ha evitado una victoria total.

El conflicto ya no es solo territorial. Se trata de una guerra por la herencia simbólica de uno de los cárteles más poderosos de la historia, y por el control absoluto de una economía criminal que sigue viva.

Nadie sabe cuánto más durará esta guerra, ni cuántas traiciones más restan por descubrir. Lo único claro es que la caída de El Mayo Zambada no trajo paz. Abrió una herida que, un año después, sigue sangrando.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *