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El Circo; Una tradición en peligro de extinción.

Guasave | Sinaloa | Durante siglos, el circo ha sido sinónimo de asombro, magia y entretenimiento. Acróbatas desafiando la gravedad, payasos dibujando sonrisas, malabaristas, domadores y músicos componían un espectáculo que recorría pueblos y ciudades, llevando alegría a generaciones. Sin embargo, esta antigua forma de arte hoy enfrenta una de sus crisis más profundas, al borde de la desaparición.

La pandemia de COVID-19 representó un golpe devastador para la industria circense. Durante meses, los espectáculos se detuvieron completamente debido a las restricciones sanitarias. Sin funciones, sin público y con los costos operativos acumulándose, muchos circos se vieron obligados a cerrar definitivamente. Aquellos que lograron sobrevivir, lo hicieron con grandes esfuerzos y sacrificios, a menudo dependiendo de donaciones, ayudas estatales o actividades paralelas para subsistir.

A esta crisis sanitaria se suma otro desafío: la creciente restricción del uso de animales en espectáculos. En muchos países y regiones del mundo, se ha prohibido o limitado severamente la participación de animales en los circos, en respuesta a las denuncias por maltrato y a un cambio en la sensibilidad del público respecto al bienestar animal. Si bien esta medida responde a una evolución ética necesaria, también ha obligado a los circos tradicionales a replantear sus números, su logística y, en muchos casos, su identidad artística.

El circo está en un proceso de transformación. Algunos han optado por reinventarse bajo un enfoque de expresión moderno y acrobático, como el reconocido Circo de Charolito, donde la narrativa, la música y las habilidades humanas toman el protagonismo. Sin embargo, para muchos circos familiares, pequeños e itinerantes, esta transición no es tan sencilla.

Hoy, más que nunca, el circo necesita del reconocimiento como expresión cultural y artística. Detrás de cada carpa hay generaciones de familias que han dedicado su vida al arte escénico, viajando sin pausa, llevando historias y destrezas de un lugar a otro. La desaparición de los circos no solo significaría la pérdida de una forma de entretenimiento, sino también el fin de una tradición viva, de una manera única de ver y contar el mundo.

Preservar el circo no significa ignorar los cambios, sino acompañarlos. Se trata de apoyar su evolución, respetando los nuevos tiempos, pero también valorando la historia, el oficio y la pasión que hay detrás de cada función.

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