Sinaloa municipio / Sinaloa / “Yo lo miré con vida, me gritó que lo ayudara…”, dice Daniel, primo de Néstor, uno de los dos civiles presuntamente asesinados por elementos de la Guardia Nacional el pasado domingo en las inmediaciones del poblado El Aguajito, municipio de Sinaloa. La otra víctima fue Jessenia, esposa de Néstor, psicóloga y maestra de 25 años, que además estaba embarazada de cuatro meses.
El testimonio de Daniel expone una versión desgarradora y contraria a cualquier intento institucional por maquillar el operativo. Él llegó al lugar de los hechos mientras la pareja seguía detenida y con vida. Lo que presenció —y lo que vivió— lo marcó para siempre.
“Llegué con la Guardia Nacional y me comenzaron a correr, les pregunté por qué lo estaban deteniendo. Me dijeron: ‘¿a qué te dedicas a la verga?’, y yo les dije que a pastorear vacas… Les dije que él tenía dos pollerías. ‘¿Entonces pa’ qué corren?’, me dijeron. ‘¿Por qué corren?’”, relata Daniel con voz quebrada.
Néstor, comerciante de 48 años, conocido por tener dos pollerías y un negocio de asados, fue ejecutado junto con su esposa presuntamente en una confusión por parte de los elementos federales.
“Lo tenían hincado, con las manos en la cabeza… Me gritó que lo ayudara. Me regresé a pedir ayuda a El Aguajito, a decir que ahí lo tenían, todavía con vida. Yo vi eso, nadie me lo contó”, añade Daniel.
Minutos después, mientras regresaba al sitio acompañado de una tía en una motocicleta, escuchó los disparos. La escena cambió por completo.
“Se escucharon los balazos, nos gritaban ‘¡arríndense, arríndense!’, pero ya no nos dejaron ver más. Nunca me dejaron ver a la muchacha, sólo a él. Me corrían, no me dejaban ni voltear. Lo único que me decían era: ‘¡pícale a la verga!’, ‘¡pícale chinga tu madre!’…”.
Daniel recuerda que en el lugar había tres unidades de la Guardia Nacional al principio, pero después llegaron muchas más, incluso por el lado de San Pablo. La zona fue cercada y nadie pudo acercarse a ver la escena real.
“Siento coraje, mucho coraje, porque eran gente inocente. Ella estaba recibida, trabajadora… ¿Cómo que nomás así? ¿Cómo que nomás por una confusión los matan?”, cuestiona con rabia.
A casi tres días del crimen, ninguna autoridad ha ofrecido una versión oficial ni ha reconocido responsabilidad. Peor aún: la Fiscalía General del Estado de Sinaloa no incluyó el caso en su parte oficial de muertes violentas del 1 de junio, hecho que ha avivado la indignación social.
Este lunes, más de 30 personas —entre familiares, vecinos y amigos— se manifestaron frente a la base de la Guardia Nacional en Guasave exigiendo justicia. Entre los mensajes escritos en sus cartulinas destacaban frases como: “Néstor era un comerciante”, “Justicia para Jessi y su bebé”, y “¿Dónde están los derechos humanos?”.
Daniel, firme y dolido, asegura que sí está dispuesto a declarar ante cualquier autoridad que lo requiera. Él no quiere venganza, quiere justicia.
“Yo quiero justicia, porque la neta, él tenía sus pollerías, y las pollerías ahí están. Eso es prueba. No eran criminales. Esto no se puede quedar así…”
El crimen de Jessenia y Néstor está dejando una herida profunda en su comunidad y una vergonzosa mancha en el actuar de las fuerzas federales en Sinaloa. La exigencia es clara: alguien tiene que responder.
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